miércoles, 27 de abril de 2016

Decálogo para entender a las mujeres

Últimamente he oído bastantes comentarios del tipo "Es que yo ya ni lo intento. Entender a una mujer es imposible", "Es que no hay quien os entienda", "Sois más raras que un perro verde", o "Es que os enfadáis por nada". Vamos a ver, Señores, para que simplemente quede claro... Todo esto no es cierto. O sí. Pero... a mi que nadie me vuelva a decir que los hombres son simples, porque eso es lo que os han hecho creer, pero al igual que nosotras tenéis inquietudes, cosas que os ponen nerviosos, tristes, cosas que no entendéis y emociones que no sabéis controlar. Por lo tanto, aquí no estamos hablando de hombres o mujeres, hablamos de personas, y cada una tiene sus peculiaridades sin necesitar de frases discriminatorias por condiciones de sexo. Aquí tenéis un decálogo de cómo poder comprender aún más a una mujer, o dicho de otro modo, de lo que suelen significar los "San Benitos" que se nos han colgado. Prestad atención chicos, puede seros bastante útil.

1. "¿Qué te pasa?" "Nada". MENTIRAAAAA!! Siempre que oigáis a una mujer decir eso, SÍ... le pasa algo. Aquí puede haber varias opciones. O no queremos hablar del tema ahora para no estropear más las cosas, o simplemente que os creemos lo suficientemente adultos como para averiguar lo que habéis hecho por vuestra propia cuenta. Yo personalmente no soy partidaria de la segunda opción, pero pasa. Consejo: no toquéis las narices más de lo justo y necesario. Si después de haberlo pedido dos veces la respuesta es la misma, optad por lo siguiente: "Vale, he entendido que pasa algo, pero no se lo que es. Así que démonos un rato y ambos lo pensamos para poder hablar". Ellas verán que estáis interesados y no pasáis de todo, y vosotros tendréis ese tiempo para también calmaros y poder pensar que ha pasado.

2. "¿Qué quieres hacer" "Me da igual". Hay mujeres que sinceramente cuando dicen eso les da igual, pero hay otras que no. Al igual que los hombres. Consejo (y este va para ambos): sed sinceros. ¿Qué ganáis no diciendo lo que os apetece hacer y después estando de morros? Decidlo y fin. Será todo mucho más sencillo.

3. "Es que nunca me escuchas". Señores... ¿cuántas veces habéis escuchado esto? Hay investigaciones que afirman que los hombres sois capaces de filtrar la frecuencia de las ondas sonoras de la voz de las mujeres. Esto parece que os exime. Pues no, ya que esto solamente pasa cuando lleváis un rato escuchando la misma frecuencia. Cuando una mujer os hable, desde el principio escuchad e intentad prestar atención, eliminad elementos que puedan hacer que os distraigáis (televisión, mv, etc.) ¿No lo hacéis en el trabajo? Pues lo mismo en casa.

4. "Es que te lo he repetido mil veces". Vamos a ver si os queda claro... NO somos vuestras madres. NO estamos obligadas a hacer lo mismo que hacían ellas en casa. Sabemos que estáis cansados, que llegáis de trabajar, y que prestar atención a la ropa que se tiene que recoger, al agua que se tiene que comprar, al biberón del niño o a lo que hay en la nevera para cenar es más cansado aún. Pero... Hola?? Los tiempos han cambiado, y nosotras también trabajamos. Tenemos que prestar atención a 50 millones de cosas al igual que vosotros. Pero lo que pasa en casa no se ha eliminado, sino que simplemente se nos han añadido tareas. Atención please!!!

5. "Ya no eres tan cariñoso como antes". Aquí voy a tirar una lanza a vuestro favor. Señoras... nosotras tampoco. Las relaciones con el tiempo van mutando, y nunca, jamás, será lo mismo a los cinco años que a los cinco meses. No es que nos volvamos distantes, es que nos volvemos distintos. Si queréis cariño, dadlo. No lo cambiéis por un plato de sopa. No es un sustituto adecuado.

6. "¿Me ves más gorda?". Chicos lo siento, tema espinoso. No hay chica a la que le guste que le digan que sí. Pero el decir que no tampoco os beneficia. Pensad si fuera al revés, ¿os gustaría que os dijeran que sí?. Lo siento, aquí fórmulas mágicas no tengo. A nadie le gusta que le digan que ha empeorado su aspecto.

7. "¿Ya estás de mal humor? Tienes la regla, ¿no?". SÍÍÍÍÍ. Clixé de podium. A mi me gustaría veros con todos esos cambios hormonales una vez al mes. ¿Sabéis todo lo que pasa en nuestro cuerpo durante "esos días del mes"? No, ¿verdad? Pues por favor, informaros. Y sinó, aguantad. Son solo dos días de mal humor, el mismo que tenemos que aguantar nosotras cuando tenéis un mal día en el trabajo, vuestra madre os ha sacado de quicio o un amigo os toca la moral. Es aguantar por la otra persona. Pareceremos basiliscos por cualquier chorrada. Consejo: decid que sí y mimadnos. Os lo agradecermos mucho. Un abrazo es suficiente.

Supongo que hay muchos más, y os animo a que los escribáis. Ya para finalizar os puedo decir que chicos, cuidado!!! Las mujeres podemos ser muy buenas, pero no nos toquéis la fibra, porque Satanás a nuestro lado no llega ni a sucursal!!! El truco es simple, escuchadnos, prestadnos atención y seguid siendo los de siempre, de esos nos enamoramos. Pronto escribiré la antítesis de esto, el Decálogo para chicos. Porque señoras, tampoco son ellos los culpables de todos los males del mundo!!!

viernes, 1 de abril de 2016

Mitos y leyendas del psicólog@, ese extraño ser.


En múltiples ocasiones he oído comentarios del tipo, “Uh… si eres psicóloga paso de hablar que seguro que me psicoanalizas” o incluso, “¿Qué eres loquera? ¿Y no te da miedo? Debes ver de todo, cuenta, cuenta”.  Por mucho que todos tengamos a un conocido, amigo o familiar que haya ido al psicólogo, muy poca gente sabe en realidad lo que somos, lo que sí hacemos y lo que no.

Empecemos por una pregunta simple. ¿Qué os viene a la mente cuando pensáis en un psicólogo? La mayoría de la gente a la que le he formulado esta pregunta me ha respondido, cosas del estilo, “Es alguien que se sienta y te tumba en un diván. Después se limita a escucharte y a darte consejos”. Pues bien, excepto la primera (más que nada que sino se haría complicado algo tan simple como tomar algunas notas, por ejemplo), ninguna de estas afirmaciones es cierta. Y precisamente esto es lo que voy a intentar, desmitificar los mitos que giran alrededor de la figura del psicólog@, siendo éstos los más comunes.

1. El psicólog@ no es un médico. Se me ha dado el caso, de personas que han venido a consulta con una simple demanda, “Deme algo para que se me pasen estos nervios”. No querían ni oír hablar de ningún otro tipo de tratamiento que no fuera el farmacológico. Pues bien, eso nosotros no podemos hacerlo. Para eso están los psiquiatras. Sí que es cierto, que en algunos casos de psicopatología grave, nosotros mismos recomendamos a los pacientes que acudan a ellos, ya que vemos necesario un tratamiento dual de psicoterapia y psicofármacos. Pero en la mayoría de los casos, esa medicación no es necesaria y es más que suficiente con una modificación de la conducta y de las cogniciones del paciente.

2. El psicólog@ no es un mago. Muchas veces les he dicho a las personas que entran en mi consulta que no tengo varitas mágicas ni botones instantáneos que apretar. No por el simple hecho de acudir alguna vez se arreglan todos los problemas. El psicólog@ solo no consigue nada. El proceso terapéutico requiere tiempo y esfuerzo por parte del paciente, a la par que una gran motivación para el cambio. Y a su vez conocimientos, empatía, capacidad para hacer frente a los imprevistos y una gran objetividad por parte del psicólog@. Si se poseen todos estos elementos, ambos formarán un buen equipo, y cualquier problema podrá tener solución.

3. Siento daros esta mala noticia pero… l@s psicólog@s no leemos la mente. Lo siento mucho si os decepcionamos, pero necesitamos que nos contéis las cosas, todo lo que ocurre como si fuéramos curas. No tenemos secreto de confesión, pero sí secreto profesional, que ampara incluso más al paciente. Para poder hacer bien nuestro trabajo, y llevar a cabo la fase de evaluación con éxito, necesitamos obtener toda la información posible, que a pesar de tener técnicas para obtenerla, no somos capaces de adivinarla porque sí. Y otra cosa que viene al caso… en psicología jurídica hay que corroborar la veracidad de esa información, pero dentro de una consulta se presupone que el paciente te dice la verdad, ya que viene por su propio pie. Pensad una cosa… si engañáis a vuestr@ psicólog@, solo os estáis engañando a vosotros mismos.

4. Un psicólog@ no solo se limita a escuchar. Hay momentos que evidentemente son para ello, y que tanto el cliente como el terapeuta necesitan para que éste último sepa cuáles son las novedades, lo que va bien y lo que no. Es cierto que escuchamos, pero lo que nosotros llamamos escucha activa va más allá de esa simplicidad. Un psicólog@ recoge información de forma objetiva, para poder llevar a cabo unas conclusiones y a partir de ahí poder dar las pautas necesarias para modificar la conducta problema. Con lo cual, a parte de escuchar, por ejemplo, también hablamos y nuestro cerebro va a dos mil por hora para poder hacer nuestro trabajo con corrección.

5. Un psicólog@ no da consejos. Los consejos te los da tu amiga Manolita cuando quedáis para tomar un café porque estás de bajón. El psicólog@, en cambio, realiza una evaluación objetiva en base a la cuál enseña al paciente toda una serie de técnicas (cuya validez y fiabilidad han sido corroboradas empíricamente) y habilidades para que él mismo sea capaz de salir de cualquier situación conflictiva en la que se vea inmerso.

6. Cuando un amigo vuestro os dice que va al psicólog@... ¿Cuál es la imagen mental que os viene a la cabeza? Me ha sorprendido las veces que me han preguntado sobre mi diván… y no tengo diván, pero ya se presupone… ¿Otro mito? No en sí. Al diván lo hizo famoso Sigmund Freud en la práctica del psicoanálisis en el S. XIX, situándose detrás de la cabeza de sus pacientes para que no hubiera contacto visual y éstos no desviaran su atención, a la vez que para analizarlos. Actualmente, se sigue usando en la práctica del psicoanálisis y de los seguidores de Lacan, pero nada tiene que ver con una buena práctica de la psicología. Es la profesionalidad del psicólogo y la situación particular de cada paciente y tratamiento lo que define qué hacer y cómo para obtener los objetivos marcados por ambos. Como siempre la respuesta está en encontrar el psicólogo más adecuado para cada necesidad.

7. ¿Por qué se estudia psicología? Los mayores mitos radican en respuestas como: “porque así puedes tratarte a ti mismo”, “porque se han tenido traumas que quieren entenderse”… nada más lejos de la realidad. Eso sería como decir que alguien que estudia arquitectura lo hace porque quiere hacerse una casa o uno que estudia medicina porque quiere operarse a sí mismo. Conozco a muchos psicólogos, y lo que ha llevado a estudiar psicología a la gran mayoría es una curiosidad tremenda por la mente humana, por cómo funciona, por saber por qué en una misma situación alguien desarrolla una psicopatología y otro no, y sobre todo porque sabes que así podrás ayudar a los demás. Sea cual sea el motivo, en la gran mayoría de los casos nada tiene que ver con esas respuestas sesgadas.

8. Sí, los psicólogos pueden deprimirse. Aunque al mundo le cueste entenderlo, los psicólogos no tenemos inmunidad ante nuestros procesos mentales y emocionales. Cierto es que sabiendo la teoría podemos ajustarnos más rápidamente o en mayor número de ocasiones que los demás, pero esto no nos exime de esos sentimientos y emociones. Un psicólog@ puede enfadarse, puede ponerse nervioso, puede tener ansiedad, puede llorar y puede reír. Puede haber situaciones en su vida que no sabe gestionar del todo y equivocarse, y puede haber momentos en que lo mande todo a freír monas. A su vez, también duerme, come, paga facturas, necesita vacaciones, y un largo etcétera. Cerrando ya… no os olvidéis de que somos personas, y sobre todo… que hay que estar muy loco para ser psicólog@, ¿Quién sino en su sano juicio se haría cargo de los problemas de los demás?

Y otra cosa, para nosotros, la psicología es más que una profesión, y ser psicóloga, al menos para mi, es simplemente un honor.