Mucha
película Disney, y mucho romanticismo, pero siento deciros que el
tema no funciona así. Aunque eso implique tocar con los pies en la
tierra y eliminar de un plumazo todas las aventuras románticas y
apasionadas de los príncipes azules y sus amadas princesas de cuando
éramos pequeños, sabemos que el hecho de enamorarnos no es más que
una consecución de procesos químicos que se desarrolla en nuestro
cerebro por culpa de unas hormonas que actúan como
neurotransmisores, llamadas endorfinas (en concreto la
norepinefrina, la dopamina y la feniletilamina). Así, el proceso del
enamoramiento es el siguiente:
1.- Para empezar,
el susodicho en cuestión nos parece atractivo en concordancia con
los cánones de belleza que nosotros mismos nos hemos creado y "es"
lo que nos gusta. Pues bien, desmontando el mito del amor romántico,
en este momento, nuestro cuerpecito (y según la teoría de la
evolución de Darwin), lo único que está haciendo es responder de
forma positiva a aquel que evolutivamente nos dará más
oportunidades de procreación, que es al fin y al cabo el fin último
de la unión hombre - mujer.
"Amor es
lo que te hace sonreír cuando estás cansado" (Terri, 4 años).
2.- En este punto
ya vamos chutados de endorfinas hasta las cejas, hasta el punto de
atribuirle a la pareja "cualidades extraordinarias" de las
que muy probablemente (no seguro) carece, o que simplemente no son
tan extraordinarias. Esto según la evolución nos confirma que hemos
escogido de forma adecuada, y ya de paso, que estamos locamente
enamorados de esa persona.
3.- La tercera y
cuarta fase son las correspondientes a la creación del vínculo
emocional y sexual, donde nos descubrimos los unos a los otros y
donde todo es nuevo, bonito y fascinante. Aquí se produce una
importante segregación de feniletilamina, sobre todo durante la
práctica de actividades sexuales (la cual se genera también con la
ingesta de chocolate, de ahí que se considere un sustituto parcial
del sexo), que no hace más que aumentar el convencimiento de que ese
amor existe y de que es para siempre.
"Cuando a
mi abuelita le dio artritis, ella no podía agacharse a pintarse las
uñas de los pies, entonces mi abuelito se las pinta siempre, aunque
él también tiene artritis en las manos. Eso es amor."
(Rebecca, 8 años).
Y ahora que
seguro que he desmotivado a todos los románticos empedernidos, voy a
volveros a motivar. Para empezar deciros que yo me considero una de
vuestro club, y una enamorada de la idea del amor. El hecho de que
este sea (muy a grandes rasgos) el proceso del amor, no quiere decir
que ese amor no exista, que esos sentimientos no sean ciertos y que
esa persona no sea la que realmente te va a hacer feliz por el resto
de tu vida. Todo esto solo quiere decir que los sentimientos se
producen en el cerebro y no en el corazón. Que el cerebro, a parte
de ser el órgano racional por excelencia, también es el órgano más
visceral que tenemos, donde se genera todo lo que hacemos, pensamos y
sentimos, de una forma muy real.
Sino que se lo digan al chico de este vídeo. El amor existe, es real y maravilloso. Y bajo mi punto de vista así debería ser. Valiente, tenaz, capaz, inteligente y arriesgado. Pero a la vez dulce, apasionado, inocente y espontáneo. Debe ser capaz de llevarte a hacer grandes locuras, de intentar lo inimaginable y de sorprenderte día a día, a la vez que sosegarte y calmarte, dándote una paz y una tranquilidad propias de un hogar. Puede que sea una empresa muy ambiciosa, pero cuando se ha conseguido y sabes que es posible y cierto, es imposible apuntar más abajo.
"Amor es
cuando mi mamá le hace café a mi papá pero antes se toma un sorbo
ella para asegurarse de que está rico." (Danny, 7 años).